El periodista caraqueño Javier Cedeño Cáceres se hizo con el 1er lugar de la 3ra edición del Premio Lo Mejor de Nos. Entre 131 participantes, el jurado convocado por La Vida de Nos y Banesco también
Fotografías: Álbum Familiar
La historia de un migrante venezolano que busca resolver su situación por la crisis que trajo consigo la pandemia de covid-19 se impuso en la 3ra edición del Premio Lo Mejor de Nos. Su autor es el periodista Javier Cedeño Cáceres (Caracas, 1989). El concurso es una iniciativa de La Vida de Nos en alianza con Banesco y convoca a la audiencia a contar historias que recuerden valores que contribuyan a la percepción que tiene el venezolano acerca del futuro y de su aporte a la creación de ese país posible.
Entre los 131 trabajos presentados al certamen, “Mi trabajo en cuarentena”, de Cedeño Cáceres, destacó por la destreza compositiva que exhibe al atender dos problemas de actualidad —la diáspora venezolana y la pandemia de covid-19— en el contexto latinoamericano. Además, “con gran agilidad narrativa, libre de excesos retóricos, el autor capta la fibra de la tragedia, muestra la densidad del contagio en un medio económicamente deprimido y describe los estragos desde una perspectiva fundada en la resiliencia y la solidaridad humana”, apuntaron Alicia Hernández, Alfredo Meza y Ángel Gustavo Infante, jurado del concurso, en su veredicto.
Asimismo, la mención de Responsabilidad Social Empresarial fue otorgada a la historia “El arte cambió mi vida y Banesco estuvo allí”, de la socióloga y artista plástica Kelly Pottella Guevara. El jurado distinguió como finalistas las historias: “El sur que te prometí”, de Jan Queretz; “Cinco preguntas para Érika”, de Miguel Eduardo Gamboa; y “Somos lo que damos (Crónica de lo invisible)”, de Sol Linares. Y recomendó para su publicación “Yo solo quería narrar fútbol. Que sí, que Fe y alegría cambió mi vida”, de Héctor Escandell; “El filósofo que no pudo decir adiós”, de Mariana Sofía García; y “Tío”, de Juan Rodrigo Urso.
Un camino de búsquedas para encontrarse a sí mismo
La relación de Javier Cedeño Cáceres con el arte tiene que ver con sus búsquedas constantes, con sus inquietudes: fue lo que lo llevó a interesarse por el cine, por querer contar historias, a ser aficionado de la fotografía, a incursionar en el teatro como actor, incluso a escoger su carrera en comunicación social. Y en todo el proceso siempre se dedicó a escribir. Ya desde adolescente escribía, acaso estimulado por la madre, quien se encargó de acercarlo al arte, de llevarlo a museos, a ver obras teatrales, de que tuviera libros y lecturas a su alcance.
Eso podría explicar su sensibilidad por las historias que están detrás de las noticias. Ejerció el periodismo por más de cinco años en el diario El Nacional, donde llegó a ser coordinador de investigación de su sitio web; y actualmente es editor de El Diario. Pronto aparecieron las preocupaciones por los temas sociales, por algunos problemas que se viven en Venezuela y Latinoamérica, como los que retrata en la historia “Mi trabajo en cuarentena”. Allí, Cedeño Cáceres narra sin estridencias la terrible vivencia de un venezolano en medio de la pandemia por covid-19 en Machala, una ciudad costera en el sur de Ecuador. Y lo hace apropiándose de la voz y la mirada del protagonista, tratando de mostrar que, a pesar de las circunstancias, siempre hay espacio para la solidaridad y para continuar.
—¿En qué consiste esa búsqueda, esa exploración que pretendes con tus historias?
—Yo estoy en una búsqueda permanente con la escritura, de cosas nuevas, no sé si llamarlo estilo, al momento de crear y de contar. Es algo que no sé a dónde me lleve. Así me ha pasado con otras historias que me he atrevido a contar. Y es un proceso que me ha permitido crecer, mostrar que dentro de mí también se dan transformaciones. Ya, por ejemplo, no soy el mismo de hace cinco años y lo que escribí entonces deja constancia de ello. En definitiva, tal vez se trata de eso, de explorarme, de descubrirme a mí mismo en eso que cuento.
—¿Cómo crees que están presentes tus preocupaciones sociales en las historias que escribes?
—Mi interés por lo social está presente en lo que escribo, aun cuando no sea mi intención principal. Y eso ocurre porque yo pienso que en cada historia particular el narrador debe encontrar valores que conecten con lo universal. Aunque son cosas que no me proponga, eso va a estar allí. Es parte de mis búsquedas, pero trato de que no sean algo forzado, porque si es así es una falla del texto que enseguida se nota.
—El jurado ha llamado la atención acerca de lo depurado que resulta el texto al liberarse de excesos retóricos.
—Yo apuesto por la claridad de las historias, porque tengan estructuras que no sean excesivamente complejas. También procuro no decorar el discurso con elementos innecesarios. Eso es una apuesta de la que yo soy consciente, porque de esa manera las historias comunican mejor su sentido. Al final, cada una te va señalando el modo apropiado en que debe ser escrita, por eso también se trata de confiar en el propio instinto.
—¿Escribiste tu historia pensando en La Vida de Nos, en el concurso?
—Conozco y aprecio el trabajo de La Vida de Nos; me gusta muchísimo. Escribí la historia porque me parecía importante registrar la experiencia del protagonista, como si fuese él mismo quien la estuviera contando. Después, muchos amigos me aconsejaron participar en el concurso. Puesto a pensar el asunto, me di cuenta de que la historia calzaba con los propósitos del concurso Lo Mejor de Nos y con el modo de contar de La Vida de Nos. Así que me atreví a enviarla. Me siento muy complacido de que el jurado haya valorado lo que cuento en ese texto.
De la autora ganadora de la mención RSE
Kelly Pottella (Caracas) es sociólogo egresada de la Universidad Central de Venezuela, poeta y artista plástico, con formación en el área de planificación del desarrollo. Ha desempeñado diversos cargos de alto nivel en el sector público y privado. También ha publicado trabajos sobre políticas públicas, políticas culturales y el impacto de la minería en el cambio climático.