Los editores de La vida de Nos estuvimos haciendo un intercambio de correos, agregando líneas de ida y de vuelta, en torno a dos preguntas que, en cierta forma, eran una: ¿Qué tiene una buena historia? ¿Qué hace que una historia sea memorable? Ese intercambio propició un decálogo que se convirtió en nuestra “poética de las buenas historias”.
A continuación la compartimos:
1.-La necesaria subjetividad. La mirada personal sobre la realidad. Historias reales contadas por un Yo que percibe, comprende y desde ese Yo trata de mostrar y hacer comprender esa realidad.
2.-Un texto acabado privilegia la historia por sobre la noticia. El canon periodístico puede constreñir el arte de contar. Se trata de narrar los datos, de que quede borrada la carpintería de la investigación.
3.-La emoción es la herramienta fundamental. Siempre tener presente la cita de Alfred Hitchcock: “El primer trabajo es crear la emoción y el segundo trabajo es preservarla.”
4.-El objetivo de contar una historia es producir un efecto. Por tanto: la importancia de la historia está en su forma, en construir un arco dramático que desencadene un efecto.
5.-Se escribe para los lectores comunes. Una historia contada para el lector común no se riñe con la calidad. Al contrario: lo amable de la lectura para el lector es diectamente proporcional al arduo trabajo de escritura y edición.
6.-El texto construye un universo en sí mismo, que debe ser coherente y funcionar dentro de una lógica propia. Es una recreación estética de la historia que relata.
7.-El texto que se base en hechos reales debe ofrecer una visión personal del autor, pero consciente de que debe exhibir una subjetividad honesta. Que se trate de una recreación no implica que se inventen datos o se falseen testimonios.
8.-La elegancia, la musicalidad, la eficacia y la expresividad son las bases de una buena prosa. Los recursos de la literatura están al servicio de la buena historia.
9.-Toda historia debe ser verosímil. No se cree algo porque es verdad sino porque es creíble.
10.-El lector busca historias que muestren la condición humana y acerquen a la vida del otro, potenciando la empatía. Por ello, la metáfora es fundamental en un texto. Ella hace posible hablar de lo cotidiano, hablando también de lo universal.
Albor Rodríguez / Héctor Torres