No importa cuánto tiempo pase para conseguirlo
Gabriel Sosa era un adolescente de 16 años cuando vio, en la arena de la playa, una eclosión. Decenas de tortuguillos se dirigían al mar. La escena quedó en su memoria por siempre. Ahora, mucho tiempo después, sueña con que Camurí Grande, donde siempre ha vivido, sea un espacio amable para que nazcan las cuatro especies de tortugas marinas (todas en peligro de extinción) que desovan ahí.